miércoles, 19 de octubre de 2011

YSL en la Fundación Mapfre. Cuando la moda toma el museo.

En los últimos años asistimos cada vez más a la difusión de la moda y a su acercamiento al público, tanto a través de colecciones permanentes (Museo del Traje – CIPE), como de diferentes exposiciones temporales. El pasado mes de junio abría sus puertas el Museo Cristóbal Balenciaga en Guetaria, un paso más en esa declaración de la moda como otra disciplina artística y por ello como objeto “museable”: del armario al museo. Hasta el próximo 8 de enero, la Fundación Mapfre acoge (en colaboración con la Fundación Pierre Bergè – YSL) una excepcional retrospectiva de Yves Saint Laurent, que será recordada probablemente como una de las mejores exposiciones (dentro y fuera del ámbito de la moda) en este 2011.
La muestra, que permaneció el pasado año en el Petit Palais de París, se articula en diferentes espacios que van animando al visitante en este recorrido diacrónico, desde los “años Dior” del artista (entre 1954 y 1960, desde que trabajara primero como asistente y después como diseñador jefe de la firma), hasta su muerte en 2008.

Recreación del estudio de YSL

Destaca en todo momento el gran cuidado tanto en el diseño museográfico, como en el montaje de esta colección: distribución de espacios a modo de pasarelas, simulación de espacios reales (especialmente, la recreación del estudio del propio artista), alternancia de videos y fotografías bien integrados en el espacio, acertado uso de la luz, así como la arriesgada y equilibrada alternancia cromática en las salas, muy en consonancia precisamente con el valiente uso del color de YSL.
En la primera planta, se observa ya la versatilidad de Yves Saint Laurent para vestir a la mujer tanto en su faceta más urbana y cómoda a través de sus colecciones prêt-à-porter, como en su versión más glamurosa a través de su alta costura; o dicho de otra forma, más fuerte y masculina de día y seductora de noche, como decía Catherine Deneuve, cuya amistosa relación con el modisto merece otro especial espacio en esta muestra. Así, comprobamos inicialmente su evolución en los años 60, desde su primera colección con la chaqueta gabán (1962), su primer esmoquin (1966), o su primera célebre sahariana (1967).
YSL. Vestido corto de cóctel.
Colección de alta costura. Primavera-verano de 1964

Es sin embargo en la segunda planta cuando el recorrido (sobre todo a través de la alta costura), va in crescendo, como en las arias de ópera, que precisamente van sucediéndose a través de Maria Callas, sala tras sala. Entre estos espacios, destaca su “Colección del escándalo” (1971), así como las salas dedicadas a sus creaciones más exóticas, inspiradas en España, Marruecos (recordemos su filiación marroquí desde que en 1966 comprara su casa de Marrakech junto a Pierre Bergé), África Central, China y cómo no Rusia, con su colección inspirada en los ballets rusos (1976).
YSL. Colección de alta costura de 1976 inspirada en los ballets rusos

Pero si un espacio expresa más claramente la fusión del arte con la moda, es aquel en el que se exponen algunas de las prendas en las que YSL homenajeó a varios de los pintores más célebres del arte contemporáneo: Picasso, Matisse, Wesselmann, y cómo no, Mondrian ( a través de su célebre vestido cóctel de 1965) y Van Gogh, cuyos lirios y girasoles recreó en  sus dos chaquetas de 1988, joyas indiscutibles de esta antología.
YSL. Vestido corto de cóctel homenaje a Piet Mondrian.
Colección de alta costura de 1965

YSL. Chaqueta homenaje a Vincent Van Gogh.
Colección de alta costura de 1988

La penúltima sala nos envuelve, a modo de fastuoso baile de “El Gatopardo” de Visconti, en la profetización del final de la alta costura por el gran diseñador.
Sin duda, una oportunidad única y apta para todos los públicos, para conocer algunas de las reliquias más selectas de uno de los más grandes maestros de la Historia de la Moda.
Penúltima sala de la exposición: "El último baile"

lunes, 3 de octubre de 2011

Inauguración de nueva temporada en las galerías de ARTEMADRID

El pasado 15 de septiembre, las más de 40 galerías de arte que conforman Artemadrid (hasta la fecha, la asociación de galerías de arte más importante de Madrid) cortaban el lazo inaugural de su nueva temporada. Para ello, una programación de casi 100 exposiciones hasta el final de año, animando a toda la ciudad a acercarse al arte a través de un arranque más festivo de lo habitual.

Para el acto de apertura, nada como amenizar tanto al coleccionista y al experto en arte, como al público más profano, a base de clásico cocktail, ampliando el horario de galerías hasta casi la media noche. Acto seguido, y en colaboración con la revista AD, una animada fiesta VIP en el amplio patio del número 10 de la calle Fernando VI, en la que podíamos aprovechar para saludar a la “familia del arte” (galeristas, artistas, coleccionistas, críticos, comisarios, asesores de arte, neófitos, estudiantes…), mientras nos deleitaban con lo último en gin-tonic.

La celebración se extendió hasta el sábado, jornada en la que desde las primeras horas del mediodía, las galerías atrajeron al público a golpe de selecto "brunch". La guinda de clausura tuvo lugar en la multitudinaria fiesta que Matadero organizó con motivo de la apertura de “Proyecto Juárez”.

Entre las exposiciones que podemos visitar este otoño en las galerías de arte madrileñas, recomiendo algunas de las siguientes propuestas:

En primer lugar, la colectiva “Ventajas de viajar en tren” de la galería Parra&Romero, que acaba de inaugurar su diáfano y espectacular espacio en el número 14 de la Calle Claudio Coello. Se trata de un proyecto cuidadosamente comisariado (a la cabeza, Philippe Decrauzat y Mathieu Copeland). Atractivo juego estético y sobre todo conceptual, la exposición versa sobre sí misma, sobre la propia galería y sobre algunos de los mejores artistas desde la llamada posmodernidad hasta nuestros días, en diferentes lenguajes y géneros. Imprescindible para paladares selectos del arte actual.
"Ventajas de viajar en tren" en la galería Parra&Romero

Para los admiradores de la mejor fotografía, siempre se encuentra una apuesta segura en las galerías La Fábrica y Blanca Berlín. En el caso de esta última, podemos visitar la exposición “Latidos”, conjunta de los célebres Luis González Palma y Cecilia Paredes. Artistas muy diferentes entre sí, coinciden en esta muestra en su estilo lírico y sutil, así como en su exquisita técnica, algo muy frecuente, por otra parte, entre los artistas representados por esta galería. Al mismo tiempo, la fotografía tiene este otoño dos citas obligadas en Madrid: a la exposición “La abstracción en la realidad” de José Manuel Ballester, en el Centro de Exposiciones Alcalá 31, y a “Rheingau”, del gran Axel Hütte, en la Galería Helga de Alvear. Al igual que en su muestra anterior hace ya cinco años, el gran maestro de la Escuela de Düsseldorf vuelve a convencernos en grandes formatos, con sus visiones intimistas y románticas de la naturaleza; en este caso, de la región alemana que titula la exposición.
"Vórtex" y "Mercurio" de Cecilia Paredes, en la galería Blanca Berlín

Y hablando de las galerías veteranas, imprescindibles también las siguientes: la galería Oliva Arauna presenta “En la casa del león”, selección de dibujos y pinturas de Adriana Molder, excelente artista portuguesa representada por primera vez en la galería.  En la galería Juana de Aizpuru, una interesante muestra combinada de dos clásicos: Tania Bruguera y Miroslaw Balka, artistas tan diferentes, pero que dialogan tan bien en este caso. Por la fórmula combinada a dúo  ha optado también la galerista Soledad Lorenzo, en este caso no para celebrar el 40 aniversario de apertura (como la anterior), sino de sus bodas de plata. Acoge la mediática exposición de Julian Schnabel y Jorge Galindo, con obras monumentales, entre las que destacan especialmente las del artista madrileño, que desde los años 90 lleva exponiendo bianualmente en la galería.
"O Rumor" de Adriana Molder, galería Oliva Arauna

Al salir por la puerta, no podemos dejar de visitar la exposición de Carlos Franco y de Pablo Armesto de la galería Marlborough, ni dejar de acercarnos por la galería Cayón, muy recomendable para visitar la pequeña exposición de Carl André (uno de los padres del minimalismo), disponible hasta comienzos de noviembre.

Los amantes de la pintura o del dibujo abstracto tienen además una cita con la obra de Nico Munuera, que podemos contemplar por partida doble en las galerías Max Estrella y La Caja Negra.

Por último, en el recorrido por las galerías del concurrido barrio de Chueca - Alonso Martínez, además de las anteriores, recomiendo esta vez, dos exposiciones:
“Deep space, shallow space” de Fernanda Fragateiro, en la galería Elba Benítez: Incluso para aquellos con escasos conocimientos sobre la Historia del arte actual, su obra resulta agradable para la vista y fácil para el intelecto. Un interesante recorrido y mezcla entre el minimalismo, el espacialismo y el arte conceptual, con la arquitectura y el diseño como telón de fondo.
Instalación de Fernanda Fragateiro en la galería Elba Benítez

Pero “La verdad es” -como reza su propio título- que una de las más interesantes en este otoño, es la exposición de Carolina Silva en la Galería Travesía 4: toda una revelación en el “arte emergente” (dejaremos para otra ocasión más oportuna lo que verdaderamente significa este término tan mal empleado a veces). La última colección de esta artista madrileña afincada en Seatle, consigue elevarnos, en diferentes técnicas y formatos, a su propio universo, introspectivo y onírico: su “Espacio vacío”, como lleva por título una de sus últimas obras estrella.
"Espacio vacío" de Carolina Silva, en la galería Travesía 4

En definitiva, todo un elenco de estilos y géneros para esta temporada artística, para diferentes gustos y públicos, que podremos aprovechar prácticamente hasta el mes de noviembre.